Literatura guatemalteca


El escritor guatemalteco Miguel ángel Asturias (1899-1974) indaga en las leyendas y mitologías precolombinas para entender la realidad de la vida indígena. Su novela Viento fuerte fue citada en el discurso de entrega del Premio Nobel, que le fue concedido por “sus coloridos escritos profundamente arraigados en la individualidad nacional y en las tradiciones indígenas de América”.

Guatemalteca, Literatura, literatura propia de Guatemala.

Guatemala es, con México, el país hispanoamericano más rico en literatura aborigen, anterior o coetánea a la conquista española. Aunque decadente y despiezada, la nación maya tenía una cultura activa y, para lo que ahora importa, un sistema de seis variantes y dieciocho subvariantes del maya-quiché, y tres del zoque-maya.

Entre los manuscritos mayas rescatados y traducidos por viajeros europeos cuentan la Biblia quiché, el Libro del consejo, el Memorial de Tecpán Atitlán y, sobre todo, el Popol Vuh, suma de cosmogonía, mitología y pensamiento. Entre las danzas y representaciones, los textos de Rabinal-Achí o Baile de Tun.

Guatemala aparece en las crónicas de Bernal Díaz del Castillo y de Francisco de Fuentes y Guzmán. Como arranque de una literatura en español cabe señalar la obra de los catequistas Domingo de Betanzos, Domingo Vico, Francisco Marroquín y Bartolomé de Las Casas.

La vida universitaria empieza en 1563 en Santiago. Se enseña escolasticismo. Las Sociedades de Amigos del País, en el siglo XVIII, al tiempo que en España, difunden las ideas de la Ilustración. La primera Gaceta data de 1729. Rafael Landívar, en el mismo siglo, da a conocer su Rusticatio Mexicana, escrita en latín y que contiene largas descripciones de Guatemala. Otros épicos del XVIII son Matías de Córdova y Diego Sáenz de Ovecuri. Se recuerda también al fabulista Rafael García Goyena. La poesía lírica se inicia en el XVI y continúa, reuniendo nombres como Pedro de Liévana, Juan de Mestanza y sor Juana de Maldonado.

Independencia y modernismo

La independencia fue de escasa importancia literaria. A fines del XIX destaca Domingo Estrada, romántico modernizado, ligado al cubano José Martí. En el modernismo militan el novelista y poeta Máximo Soto Hall, Félix Calderón ávila y Alberto Velázquez. Rafael Arévalo Martínez, la firma relevante del periodo, practica una literatura fantástica, utópica y de sátira política, que abre perspectivas novedosas: la novela psicológica de Flavio Herrera, el naturalismo de Carlos Wyld Ospina y el impresionismo regionalista de José Rodríguez Cerna y Carlos Samayoa Chinchilla.

En las décadas 1920 y 1930 descuellan Miguel ángel Asturias y Luis Cardoza y Aragón.

Los renovadores

Hacia 1930 surge una nueva generación, nacionalista e indigenista (véase Literatura indigenista; Literatura independentista y patriótica). El grupo Los Tepeus figura junto a Augusto Morales Pino, óscar Mirón, Miguel Marsicovétere y Mario Monteforte.

En los años cuarenta destacan la acción de la Asociación de Artistas y Escritores Jóvenes, con nombres como Augusto Monterroso, Carlos Illescas y, en la coetánea revista Acento, Raúl Leiva, Otto Raúl González y Enrique Juárez Toledo. Otros órganos importantes de la época son la Revista de Guatemala (1945) y el politizado grupo Saker-Ti (1947). En décadas posteriores: Nuevo Signo (1967), Guatemala comercial, Alero y Cuadernos universitarios.

Como escritores de la protesta social consignamos a Carlos Manuel Pellecer, José María López Valdigón y Teresa Arévalo. En una línea más politizada: Arqueles Morales, Marco Antonio Flores y Roberto Obregón.

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